El septimo album de Pink Floyd, grabado en el mítico Abbey Road en 1975, deja un legado a la música universal por la profundidad y belleza de sus temas y el uso de la tecnología, fundidos de una forma impresionante creando un disco memorable, que es, de hecho, el favorito de los miembros de la banda. Una verdadera joya y un disco impresindible para cualquier colección...
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